A lo largo del último siglo, la música ha experimentado una transformación radical en su consumo y distribución. Desde los primeros dispositivos analógicos hasta el streaming en la nube, cada etapa ha redefinido la manera en que interactuamos con la música y los artistas.
Esta evolución no solo amplió el acceso a la música en masa, sino que también empoderó a los creadores para llegar a audiencias internacionales.

Los primeros pasos: del gramófono al vinilo
La llegada del gramófono a finales del siglo XIX fue un hito en la historia de la música, permitiendo por primera vez grabar y reproducir piezas musicales en discos. Estos discos podían transportarse y reproducirse en hogares y espacios públicos, lo que democratizó el acceso a la música más allá de los conciertos en vivo. El gramófono operaba mediante un sistema mecánico-analógico que plasmaba el sonido en discos de pizarra, aunque con una calidad limitada en comparación con la tecnología actual.
A medida que la demanda de música aumentaba, también lo hacía la necesidad de mejorar la calidad de reproducción. Esto llevó a la creación de compañías discográficas como Columbia y US Gramophone Company, que comenzaron a producir discos en masa. El proceso de fabricación de discos, conocido como prensado, permitió una distribución mucho más amplia y la aparición de un mercado global de música grabada.
La era del vinilo y la grabación magnética
Con el avance de la tecnología, los discos de pizarra dieron paso a los discos de vinilo, introducidos por Columbia en la década de 1930. Estos discos no solo mejoraron la calidad del sonido, sino que también aumentaron la duración de reproducción hasta 30 minutos por lado, frente a los 5 minutos de los discos anteriores. A lo largo de los años, los vinilos se convirtieron en el estándar de calidad en la industria musical y un símbolo de colección que perdura hasta hoy.
En la Segunda Guerra Mundial, la grabación magnética trajo consigo los cassettes, un formato que brindaba portabilidad y una mejor calidad de sonido. Este nuevo medio permitía a los oyentes llevar su música a cualquier lugar, impulsando la popularidad de dispositivos como el walkman y el intercambio de cintas entre amigos.
La música se volvía personal y transportable y los consumidores podían acceder a ella en cualquier momento, sin depender de los tocadiscos.

La revolución digital del CD
En 1980, el CD (disco compacto) marcó un cambio hacia la digitalización de la música. Creado por Sony y Philips, el CD permitía almacenar audio en formato digital, con una calidad superior y sin los problemas de desgaste que afectaban a los vinilos y cassettes. Esta transición a lo digital allanó el camino para futuras innovaciones y facilitó la posibilidad de distribuir música de forma más eficiente. Los CDs se convirtieron en un fenómeno de consumo y una forma de coleccionar música sin la pérdida de calidad asociada a los formatos analógicos.
A finales de los años 90, la digitalización de la música también abrió las puertas a la piratería y a las descargas en línea. El formato MP3, desarrollado en la década de los 80 y popularizado en los 90, permitía comprimir archivos de audio, lo que facilitaba su distribución a través de internet. A medida que la conexión a internet se volvía más accesible, surgieron plataformas de intercambio de archivos como Napster, que permitieron a los usuarios descargar y compartir música sin pagar.
El éxito de Napster y otras plataformas de intercambio de archivos demostró que existía una gran demanda de música digital accesible y asequible. Sin embargo, el modelo de Napster resultó insostenible debido a las demandas por violación de derechos de autor, y la industria comenzó a explorar formas legales de distribución digital.

A partir de ahí, surgieron modelos de streaming, que no solo satisfacían la demanda de música digital, sino que también aseguraban que los artistas y los propietarios de derechos recibieran regalías por sus obras.

El origen del streaming
El streaming se define como la transmisión en tiempo real de contenido de audio o video a través de internet. A diferencia de las descargas, el streaming permite a los usuarios reproducir contenido sin necesidad de descargarlo completamente en sus dispositivos. La tecnología de streaming utiliza un sistema de paquetes de datos secuenciales, que se transmiten a través de un buffer y se reproducen de forma continua, permitiendo el acceso instantáneo a vastas bibliotecas de música.
Lo novedoso de esto, tecnológicamente hablando, es que en lugar de esperar a que se descargue todo el contenido, el usuario puede comenzar a reproducirlo mientras se sigue recibiendo la información. Esto es posible gracias a un “colchón” que almacena temporalmente los datos para compensar las fluctuaciones del ancho de banda.
Tipos de streaming
Existen tres tipos principales de streaming según cómo se transmite y consume el contenido:
Tiempo real (Live Streaming)
Es la transmisión en vivo de contenido multimedia (audio o video) en el momento en que se está generando.
El contenido se captura (por ejemplo, un concierto en vivo o una transmisión de YouTube o Twitch), este se comprime y se envía en paquetes de datos a través de internet. Los usuarios lo reciben y lo reproducen al instante sin necesidad de descargar el archivo completo, que tampoco existiría porque la transmisión ocurre en ese instante.
On-demand
Permite acceder a un catálogo de contenido ya grabado en cualquier momento, sin necesidad de descargarlo y es básicamente la funcionalidad de la mayoría de las plataformas (incluida Netflix qu fue la pionera en esto).
Los usuarios escogen de un listado o biblioteca qué quieren escuchar o ver. Ese contenido se transmite en bloques pequeños que se cargan mientras se reproduce. No queda almacenado en el dispositivo (a menos que haya opción de descarga offline como tiene Spotify).
Streaming progresivo
Es una mezcla entre descarga y streaming. Permite reproducir el contenido mientras se descarga en segundo plano.
El archivo comienza a descargarse parcialmente y el usuario puede reproducirlo antes de que termine la descarga. Puede quedar guardado temporalmente en el dispositivo. YouTube tiene esa funcionalidad para permitir avanzar rápidamente entre partes del video.
Protocolo de transmisión de datos
En el streaming de audio y video, los protocolos RTSP, RTP y RTCP juegan un papel fundamental en la transmisión y control de los datos. Todos ellos operan sobre la arquitectura de TCP/IP, que es el conjunto de protocolos que permite la comunicación en internet.
El modelo TCP/IP tiene cuatro capas y estos protocolos se ubican en distintas capas de este modelo:
Protocolo | Capa en TCP/IP | Función Principal |
---|---|---|
RTSP | Aplicación | Controla la transmisión (iniciar, pausar, detener). |
RTP | Transporte (Usa UDP) | Transporta los datos multimedia en tiempo real. |
RTCP | Transporte (Usa UDP) | Supervisa la calidad de la transmisión (jitter, pérdida de paquetes). |
RTSP (Real-Time Streaming Protocol)
- Función: Es un protocolo de control que establece y gestiona la sesión de streaming. No transporta el contenido en sí, sino que indica cómo interactuar con el flujo de audio o video.
- Cómo opera:
- Inicia la transmisión (como el botón de “play”).
- Pausa el contenido.
- Detiene el flujo de datos (como “stop”).
- Ejemplo: Cuando tocás en “reproducir” un video en un servidor de streaming, RTSP envía comandos para que el servidor comience a enviar el contenido.
RTP (Real-time Transport Protocol)
- Función: Es el protocolo que transporta los datos multimedia (audio y video) en tiempo real.
- Cómo opera:
- Divide el audio y video en paquetes para enviarlos.
- Usa marcas de tiempo para mantener la sincronización.
- Es rápido, pero no garantiza la entrega perfecta (algunos paquetes pueden perderse sin interrumpir la transmisión).
- Ejemplo: Cuando ves un video en vivo, RTP es el responsable de entregar el flujo continuo de imágenes y sonido.
RTCP (RTP Control Protocol)
- Función: Monitorea y optimiza la calidad del servicio de la transmisión.
- Cómo opera:
- Envía informes con estadísticas como:
- Pérdida de paquetes (si hay cortes).
- Retrasos (latencia) en la entrega.
- Jitter (variación del tiempo de llegada).
- Ayuda a ajustar dinámicamente la calidad si la red está congestionada.
- Ejemplo: Si tu conexión es lenta, RTCP informa al servidor para reducir la calidad del video y evitar que se detenga.
- Envía informes con estadísticas como:
A diferencia de las descargas progresivas, el contenido en streaming no queda almacenado permanentemente en el dispositivo, permitiendo una reproducción fluida e inmediata.
Las plataformas hoy reconocidas como Spotify, Apple Music y Amazon Music trabajan por tecnologías de streaming, ofreciendo posibilidad de acceso a millones de canciones a través de suscripciones mensuales o gratis permitiendo publicidad. Este modelo marcó un cambio en el consumo de música: ahora, los usuarios pueden escuchar cualquier canción en cualquier momento, sin necesidad de adquirir copias físicas o digitales.
Cómo funciona el streaming

Cada vez que una persona quiere reproducir una canción o un video, el dispositivo (teléfono móvil u ordenador) envía una solicitud al servidor donde está guardado el archivo multimedia.
El servidor divide el archivo en pequeños fragmentos o “paquetes”: Esto facilita que la información viaje más rápido por internet sin que el usuario tenga que descargarla completa.
Esos pequeños paquetes de información viajan por internet usando protocolos (como TCP/IP) que garantizan que lleguen al dispositivo en el orden correcto, tal y como partió del servidor que aloja el archivo.
Antes de que el oyente escuche la canción o pueda ver el video, su dispositivo guarda algunos segundos en un “buffer”. Esto ayuda a que la reproducción no se interrumpa si la conexión a internet se vuelve lenta. El buffer es esa barra gris que aparece en YouTube mientras se reproduce el video.
Cuando el buffer está listo, el reproductor (de Spotify o de YouTube) descifra los paquetes usando códecs (como AAC o MP3) y reproduce la canción o el video.
Mientras la canción suena, el dispositivo sigue pidiendo más paquetes al servidor para poder mantener el buffer lleno y por cuestiones de seguridad. Si la conexión se vuelve temporalmente lenta, la calidad de la música o el video se ajusta automáticamente para evitar pausas.
Para que todo sea más rápido, existen redes cercanas llamadas CDNs (Content Delivery Networks), que son servidores cercanos al usuario. Esto reduce el tiempo que tardan los datos en viajar.
Finalmente, cuando acaba la reproducción, todo el buffer desaparece y no queda ningún dato de archivo en el dispositivo.
Codificación de audio y video
Los archivos de video y música sin procesar son extremadamente pesados (como lo puede ser un archivo AVI, MPEG4 o WAV), lo cual dificulta su transmisión de manera eficiente ya que no todas las redes son igual de estables o rápidas.
Para disminuir el tamaño de los archivos sin perder calidad, las plataformas de transmisión utilizan tecnologías especiales de compresión conocidas como códecs.
Entre los códecs más utilizados se encuentran:
- H.264/AVC: Es el códec de video más utilizado para la transmisión debido a su equilibrio entre calidad y eficiencia de compresión. Lo emplean tanto YouTube como Netflix y Twitch.
- H.265/HEVC: Un códec de video más avanzado que comprime los datos de forma más eficiente, usado frecuentemente para contenido en 4K.
- VP9: Un códec de código abierto creado por Google, comúnmente utilizado por YouTube.
- AAC (códec de audio avanzado): Un formato de audio muy usado en transmisión, empleado por Apple Music y YouTube; ofrece buena calidad de sonido con un menor consumo de datos.

Primero vino Netflix
Netflix es hoy el gigante mundial del streaming y la producción de contenido, con 17 filiales alrededor del mundo. Más del 99% de sus ingresos provienen de su plataforma de streaming, alcanzando más de 282 millones de suscriptores pagos en 2025 (67 millones de ellos de Estados Unidos), superando nuevamente a Disney+ y consolidándose como líder del mercado en Norteamérica.
En el año 2000, Netflix solo se dedicaba al alquiler de DVDs, pero en 2007 dio un giro al convertirse en plataforma de streaming, redefiniendo el sector del entretenimiento digital (OTT). Para 2010 ya contaba con 20 millones de suscriptores, y a finales de 2021, el valor de sus acciones se había multiplicado más de 200 veces.

Gran parte de su éxito se debe al uso avanzado de big data, lo que le permitió anticipar tendencias, expandirse globalmente y personalizar la experiencia del usuario. Un hito importante fue el lanzamiento de House of Cards en 2013, que consolidó su estrategia de contenido original y reforzó su liderazgo en la industria, algo que obligó a repensar la estrategia comercial de las otras compañías (HBO, Amazon, Spotify, Disney+ y Apple Music).
En 2019, Netflix hizo historia al unirse a la Motion Picture Association (MPA), reemplazando a 21st Century Fox tras su compra por Disney, convirtiéndose en una de las seis grandes compañías cinematográficas de Hollywood.
Sin embargo, la competencia se intensificó con la llegada de plataformas como Disney+ en 2019 y HBO Max en 2020, que, gracias a fuertes inversiones, pusieron presión a Netflix.
La expansión del streaming
Con el éxito inicial de las plataformas de streaming, la industria musical comenzó a experimentar un cambio radical en su modelo de negocios. El streaming no solo transformó la forma en que los usuarios acceden a la música, sino también cómo los artistas monetizan sus obras y la velocidad a la que se debe trabajar para tener lanzamientos musicales al día con públicos cada vez más ansiosos.
Las suscripciones y la publicidad son hoy en día las principales fuentes de ingresos para los servicios de streaming, mientras que las regalías se distribuyen a los artistas en función de la cantidad de reproducciones que generan.

Qué son las DSPs
Las Digital Service Providers son las plataformas digitales que permiten acceder, distribuir y reproducir contenido musical a través de la tecnología del streaming. Es el término técnico con el que se denomina a Spotify, Apple Music, TIDAL, Amazon Music, YouTube y todas las restantes.
Para los artistas y creadores musicales, las DSPs son el centro de atención ya que generan regalías cada vez que se reproduce una canción, aunque el modelo de pago varía según la plataforma.
El ascenso de Spotify
Spotify, empresa fundada en 2006 y lanzada oficialmente en 2008, fue pionera en el modelo de streaming musical con un enfoque en las regalías. Este servicio ofrecía acceso gratuito con anuncios o suscripción premium sin publicidad. A diferencia de los modelos tradicionales de compra de música, donde los ingresos se generan por ventas individuales, Spotify y otros servicios de streaming operan en un modelo de pago por reproducción. Es decir, los ingresos de cada canción dependen de la cantidad de veces que ha sido escuchada por los usuarios.
Este cambio al modelo de streaming generó algunas críticas, ya que muchos artistas perciben que las regalías pagadas son insuficientes en comparación con el precio de venta de álbumes físicos o digitales.
Sin embargo, el modelo de streaming ha permitido a los artistas alcanzar una audiencia global que antes era inaccesible, creando oportunidades para músicos emergentes.
En mi opinión, esto le ha ido quitando valor a la música, volviéndose esta más comercial y con menor desarrollo artístico.
La personalización
La personalización es el proceso que adapta la funcionalidad, la interfaz, el acceso a la información y el contenido de un sistema, en este caso la plataforma de streaming, para hacerlo más relevante a un individuo. En los servicios de música por streaming, se utiliza la información y actividad de cada usuario para ofrecerle soluciones personalizadas.
Un ejemplo típico de personalización o hiperpersonalización es la creación de listas de reproducción a partir de algoritmos de recomendación, como es el caso de Spotify, una característica muy valorada por los usuarios. La personalización mejora la experiencia, devolviendo resultados cada vez más certeros y agudos al usuario, que espera inconscientemente recibirlos y se vuelve cada vez más dependiente de la plataforma en términos de selección de música.

Servicios gratis vs. servicios por suscripción
Las plataformas de streaming que ofrecen contenido gratuito resultan atractivas para quienes desean acceder a una amplia gama de video o audio sin pagar una suscripción. Desde el nacimiento de redes sociales multimediales como YouTube, hemos visto un crecimiento en la posibilidad disfrutar de un alto contenido subido por usuarios de manera gratuita.
Sin embargo, plataformas como ésta tienen ciertas restricciones que pueden afectar la experiencia de visualización:
- Publicidad: La mayoría de los servicios gratuitos se financian a través de anuncios. Estos pueden aparecer antes, durante o después del contenido; y la frecuencia y duración de los anuncios varían según la plataforma. Aunque la mayoría de usuarios aceptan la publicidad a cambio de acceder gratis al contenido, otros pueden encontrarla molesta, especialmente en películas largas, DJ sets, recitales en vivo e incluso sesiones de yoga o meditación.
- Catálogo limitado: Los servicios de streaming gratuitos suelen ofrecer una selección más reducida y menos actualizada en comparación con las opciones de pago. Es común encontrar películas clásicas y series antiguas (como ocurre con YouTube Premium), pero es poco probable acceder a los últimos estrenos o a programas populares. Esto se debe a que existen acuerdos de licencia que limitan la disponibilidad de contenido reciente o exclusivo, o incluso territorial.
- Calidad de audio: Por lo general, los servicios gratuitos de música transmiten en resoluciones más bajas que los servicios de pago. La calidad de audio suele estar limitada a 96kbps y, por lo tanto, sonido no alcanza la fidelidad del audio en alta definición o el sonido envolvente que ofrecen los planes premium como tiene Spotify.
- Funciones: Las plataformas gratuitas carecen de funciones avanzadas como descargas para ver sin conexión, perfiles personalizados o controles parentales. Además, algunas limitan la cantidad de dispositivos que pueden usarse al mismo tiempo, lo que puede ser incómodo para hogares con múltiples usuarios.
Las plataformas de streaming de pago, como Netflix, Hulu, Amazon Prime Video y Disney+, requieren una suscripción mensual, pero ofrecen muchas ventajas en términos de calidad, contenido exclusivo y experiencia de usuario.
Entre las características de estos servicios, podemos encontrar:
- Anuncios: La mayoría de las plataformas de pago ofrecen una experiencia libre de publicidad, lo que permite disfrutar del contenido de forma ininterrumpida. Esto es ideal para esos usuarios que valoran una reproducción fluida (por algo están pagando), especialmente durante programas extensos o películas.
- Contenido exclusivo: Los servicios de pago destacan por ofrecer programas originales, películas éxito de taquilla y los estrenos más recientes que no se encuentran en las plataformas gratuitas. Empresas como Netflix y Amazon Prime Video invierten constantemente en la producción de contenido propio de alta calidad, algo que Spotify hace con los podcasts (ejemplo, Joe Rogan). Esto atrae a los espectadores y fortalece la fidelidad y posición que ocupa cada marca en el mercado.
- Calidad de imagen y video superior: Estas plataformas ofrecen mejor calidad de video y audio según el plan, con soporte incluso para HD, 4K/8K y hasta HDR, lo que garantiza una experiencia que atrae a quienes utilizan sistemas de entretenimiento avanzados. Además, el sonido también puede estar optimizado para audio envolvente.
- Personalización: Muchas plataformas de pago permiten personalizar el servicio según las necesidades del usuario. Por ejemplo, Netflix y Hulu tienen distintos planes de suscripción, donde los niveles superiores ofrecen más dispositivos simultáneos, mayor calidad de video y otras funciones adicionales.
Implicaciones del streaming en las regalías
Según el informe de la European Composer and Songwriter Alliance (ECSA), aunque las plataformas y las grandes discográficas “están prosperando”, los creadores de música (compositores y autores) reciben una parte mínima de estos beneficios. Aunque esto podríamos extenderlo también a los productores e intérpretes.
Más allá de todo crecimiento que se pueda analizar en la industria musical, los compositores reciben menos del 10% de los ingresos netos generados. Este modelo, heredado de la época del CD, está desactualizado y no refleja el funcionamiento genuino de las plataformas digitales, sabiendo que no es responsabilidad ni culpa de los usuarios que son quienes pagan por el servicio (la música antes era un producto).
Esta es la distribución de los ingresos en el modelo actual (basado en Alemania, 2022):
- 55% → Discográficas y artistas intérpretes (42,4% para los sellos, 12,7% para los artistas).
- 30% → Plataformas de streaming (como Spotify o Apple Music).
- 15% → Derechos de las canciones (divididos entre los compositores y las editoriales).
El problema es que las grandes discográficas tienen un control excesivo del mercado, favoreciendo los ingresos por grabación en detrimento de los derechos de autor. Esto significa que, aunque una canción no existiría sin los compositores, la mayor parte del dinero no llega a ellos. Qué ironía.
Existe en el streaming un modelo más justo de pagos, el User-Centric Payment System (UCPS) o sistema de pagos centrado en el usuario, que es una alternativa más equitativa. Bajo este modelo, cada suscripción se reparte únicamente entre los artistas que ese usuario escucha en lugar de mezclar todos los ingresos.
Estos son los beneficios del modelo UCPS:
- Mayor transparencia y equidad en el reparto de las regalías.
- Reduce el impacto del fraude y las reproducciones falsas.
- Valoriza a artistas independientes de géneros menos comerciales.
El impacto de los algoritmos en la industria musical
El algoritmo de Spotify y de otras plataformas de streaming desempeña un papel importante en la visibilidad y éxito de las canciones. Spotify utiliza su algoritmo para recomendar música basada en el historial de escucha de cada usuario, sus preferencias y datos demográficos. Las playlists algorítmicas personalizadas, como el Radar de novedades o el Descubrimiento semanal, son generadas por algoritmos que ayudan a los oyentes a descubrir nuevos artistas y canciones y se actualizan los viernes y lunes respectivamente.
Para los artistas independientes, estos algoritmos representan una oportunidad para ganar visibilidad sin depender de grandes discográficas. Sin embargo, deben trabajar en la promoción de sus lanzamientos y entender cómo desarrollar estrategias de marketing musical coherentes, que permitan generar una comunidad y luego convertirla en reproducciones.
La inclusión en playlists creadas y mantenidas por usuarios o curadores puede aumentar considerablemente las reproducciones y, en consecuencia, los ingresos por regalías. Pero el artista independiente debe salirse de esa obsesión por ingresar solo en playlists, a veces de dudosa procedencia, y concentrarse más en generar su propio grupo de seguidores y oyentes.
Ver también Streaming artificial en Spotify: Todo lo que necesitás saber
Datos de la industria de la música por streaming
En 2024, el consumo de música por streaming alcanzó cifras pico, consolidándose ahora sí como el principal modelo de acceso a la música en todo el planeta.
Durante 2024 se registraron 4.800 billones de reproducciones en todo el mundo, marcando un crecimiento del 14% en comparación con 2023. Este aumento refleja cómo el streaming continúa transformando la manera en que las personas consumen música y también, cómo se comportan en torno a ella.

El modelo de suscripción es el motor principal de este crecimiento. Actualmente, el 89% de los ingresos de la industria musical provienen del streaming, lo que evidencia su papel dominante en el ecosistema musical.
Desafíos y críticas hacia el streaming
A pesar de sus ventajas, el modelo de streaming no está exento de desafíos. Los ingresos por reproducción son bajos y, para muchos artistas, los pagos no alcanzan un nivel de sostenibilidad económica por lo menos aceptable.
Las regalías de Spotify, por ejemplo, se dividen entre la plataforma, las discográficas, las editoras y los artistas, lo que diversifica muchísimo el monto que los músicos reciben por cada reproducción y esa termina siendo la raíz de todos los problemas actuales. Además, la competencia es cada vez mayor y la posibilidad de sobresalir depende en gran medida de las estrategias de marketing musical y del entendimiento de cómo funcionan los algoritmos y el análisis de los datos.
Los artistas independientes deben combinar el uso de plataformas de streaming con otros métodos de promoción para lograr un flujo de ingresos estable.
La evolución hacia el consumo por demanda
El modelo de streaming también ha cambiado la mentalidad del consumidor, quien ahora espera un acceso inmediato y prácticamente ilimitado a toda la música. Esto ha influido en la forma en que se produce y lanza música. Los artistas están lanzando canciones de forma más frecuente, adaptándose al formato de singles en lugar de álbumes completos, lo que permite mantener el interés del público sostenidamente.
Algunos servicios de streaming han comenzado a ofrecer contenido exclusivo, diferencial o funciones adicionales para suscriptores, lo que también incentiva a los oyentes a suscribirse y brinda nuevas oportunidades de ingresos para los artistas (al menos, en lo ideal).
Spotify, por ejemplo, ha diversificado su oferta, incluyendo videos musicales, clips (son como las historias), podcasts, audiolibros, merchandising y algunas funciones más, lo cual genera una experiencia de usuario completa y contribuye al crecimiento de la plataforma.
El futuro de la industria musical
El futuro del streaming parece encaminado a continuar evolucionando. El crecimiento del mercado de podcasts y contenido exclusivo ha transformado a las plataformas de streaming en ecosistemas multifuncionales, mientras que tecnologías como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático están redefiniendo las recomendaciones de contenido y personalizando cada vez más la experiencia del usuario.
Para los artistas, el streaming sigue siendo un campo de desafíos constantes. Los músicos independientes que comprendan cómo aprovechar los algoritmos, las playlists y el análisis de los datos podrían destacar más rápido. Las discográficas grandes también intentan pulir el sistema de regalías a través de la compra de compañías relacionadas con la recolección, distribuidoras y sellos independientes.