El primer instrumento electrónico, el Eterófono, vio la luz gracias a Léon Theremin (cuyo nombre real era Lev Termen) entre 1919 y 1920 en Leningrado (URSS) y más tarde fue renombrado como Theremin. Este dispositivo marcó un hito al permitir las primeras composiciones musicales electrónicas, en contraposición a las composiciones basadas en ruidos caóticos. El diseño clásico del Theremin consta de una caja con dos antenas que se “tocan” pero sin hacer contacto físico. La antena vertical a la derecha controla la frecuencia o el tono del sonido, produciendo tonos más agudos a medida que la mano se acerca a ella. La antena en forma de bucle a la izquierda controla el volumen, disminuyéndolo a medida que la mano se acerca a esta. Inicialmente, la versión más primitiva, llamada Etherophone, solo tenía la antena de tono, pero luego se mejoró añadiendo la antena de volumen.
La invención de Theremin impresionó tanto al líder bolchevique Vladimir Lenin que encargó la fabricación de seiscientos de estos instrumentos para su distribución en toda la Unión Soviética. Posteriormente, envió a Theremin en una gira mundial para mostrar esta nueva tecnología y la invención de la música electrónica. Theremin patentó su invención en 1928 después de viajar por Europa y llegar a los Estados Unidos.
La característica fundamental del Theremin es su funcionamiento basado en el principio del heterodino, donde un oscilador de frecuencia variable afecta la oscilación de un oscilador de frecuencia fija. La diferencia de frecuencia resultante produce el sonido que es audible para el oído humano a través de un altavoz.
Este instrumento se destaca por su relación única con el cuerpo humano, ya que todos tenemos un campo electromagnético circulante que puede conducir electricidad y almacenar cargas eléctricas. Las dos antenas del Theremin se conectan a circuitos oscilantes de radiofrecuencia. Cuando el intérprete interrumpe las oscilaciones del Theremin con su propio campo electromagnético, el dispositivo traduce la diferencia entre los osciladores en una señal de audio, lo que parece casi mágico.
Tras llegar a los Estados Unidos, el Theremin fue licenciado a la RCA para su producción en masa. Aunque se comercializó como un instrumento que cualquiera podría tocar, la realidad era que tocar el Theremin era extremadamente difícil debido a su falta de teclas, trastes u otros elementos tradicionales en la música. No obstante, el Theremin ha continuado siendo apreciado por compositores y músicos dispuestos a enfrentar el desafío que conlleva su manejo.
El instrumento carece de puntos de referencia físicos y su control de tono y volumen se realiza mediante rápidos movimientos de las manos, lo que requiere una destreza excepcional. El sonido inusual del Theremin y su complejidad intrínseca han limitado su adopción a un público más amplio.
A pesar de los desafíos que presenta, el Theremin es un instrumento único y fascinante, que requiere horas de práctica para dominar su coordinación muscular fina y su afinación precisa. Los intérpretes de Theremin aconsejan tener los pies separados a una distancia de aproximadamente 12 pulgadas mientras se toca, ya que el más mínimo movimiento de cabeza, brazos o espalda puede influir en el sonido. La concentración y la quietud son esenciales para interactuar con el campo de radiofrecuencia del Theremin y lograr una interpretación precisa.