Ha sido probablemente el show en vivo más esperado de la historia reciente. Durante 20 años he estado esperando personalmente esto y, dada la franja de edad del público que hubo, puedo decir que el mayor porcentaje de nosotros estábamos fervientemente listos para la triunfal llegada de Pryda a Argentina.
En primer lugar, me permito destacar la actuación de nuestro DJ/productor local, Mariano Mellino, quien nos recibió con un warmup más que impecable. Al llegar, ya podías percibir que lo que estabas escuchando era digno de una noche que iba a ser larga e inolvidable, incluso con brisa que venía del río y nos acompañaba de a ratitos.
Para aquellos de nosotros que sabemos cómo Prydz suele comenzar en el escenario, se asumía que podría empezar con “The End”, donde la introducción roza la ciencia ficción y el futurismo. Bueno, las visuales y las luces crearon la atmósfera ideal, o debería decir, única.
Vamos con la reseña musical. Aunque deseaba fervientemente que tocara aquel montón de primeros tracks de Pryda que hicieron de mi adolescencia un tiempo mejor (tracks como “Aftermath” o “Frankfurt”), sabía que tendría una probabilidad del 0,01%, al menos conociendo los sets de Eric de la última década. Muchos IDs, al igual que en su presentación anterior en Rosario, le dieron el toque original y diferente a todo.
Dos canciones que noté que crearon momentos emocionantes fueron “The Dancer” de Paolo Mojo y el edit de “The Drill”. Aquella que me hizo moverme como si fuera un principiante, sin dudas fue “Let Me Feel” de Jeremy Olander (Eric’s Dub). Los éxitos ampliamente esperados: “Consciousness” (progresivo de verdad), “Not Going Home 2.0”, “Breathe”. El aplastante bajo de “Stoppage Time (Max Graham Remix)”. Oh Dios, podría estar escribiendo toda la lista de canciones.
No tocó el remix de “Personal Jesus”, pero fue completamente reemplazado por algo que recordaré por siempre y para siempre, “True Faith (Sam Ball Remix)”, que sonó justo antes del cierre con el momento más épico. Amor explícito por el synth-pop como de costumbre.
Unos minutos antes de “Opus”, la noche se convirtió lentamente en día y la gente no podía estar más dichosa. Era como si casi todos hubieran pagado la entrada para escuchar esa canción. Esa especie de pieza de música clásica en un bucle que en realidad nadie quiere que termine, con los contrastes típicos y, todos estaremos de acuerdo en esto, simplemente no es suficiente, el arpegio no agota el oído. Incluso es una canción que acercó a muchos al progressive house.
Feliz de encontrarme con grandes colegas y amigos con quienes compartimos la pasión por este artista sueco desde que éramos muy jóvenes. Noches en clubes y después de fiestas tocando los primeros tracks de Cirez D cuando solo unos pocos sabían quién estaba detrás de eso, además de la idea de que este tipo es diferente y iba a generar un cambio, algo muy similar a lo que sucedió con la aparición de Deadmau5.
Un agradecimiento especial al equipo de Mandarine y a todos los involucrados.